Domínguez salió temprano de su casa al trabajo, como todos los días.
Ramírez salió más tarde con su maldita costumbre de llegar sobre la hora a todos lados.
En el trayecto a sus respectivos trabajos, se cruzaron. No se saludaron porque no se conocían.
Ese día a Domínguez lo ascendieron y lo invitaron a una fiesta.
Ramírez siguió en su puesto, y la invitaron a la misma fiesta.
Después de un día o dos fue sábado.
Domínguez, como siempre, llegó temprano, elegante y pensativo con el pelo peinado a la gomina.
Ramírez llegó dos horas después, informal y atractiva, pelo suelto y sandalias planas.
A Domínguez se la presentó un amigo.
A Ramírez se lo presentó una prima.
Bailaron.
Domínguez habló más que lo de costumbre.
Ramírez, igual que siempre.
No sabemos que pasó después.
Pero el lunes, Ernesto llegó tarde y Laura también.
ILENIA
22/octubre
2009
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